La mayor parte de este texto está extraído del libro “Inteligencia Espiritual” de F. Torralba. Dentro de lo que Torralba llama los poderes de la Inteligencia Espiritual, habla de uno de ellos que denomina “La llamada interior”. Para Torralba la llamada interior es la “vocatio” que puede emerger del interior de nuestra conciencia. Para otros es el sentido religioso de vocación.
A mí me interesa que nos fijemos en la primera acepción. Las personas somos capaces de auscultar esta llamada. La felicidad tiene mucho que ver con la conexión adecuada con esta “vocatio” que hemos escuchado y seguido profesionalmente.
El artista que pinta por vocación no lo hace por
coacciones externas o internas; tampoco para quedar bien con alguien, o para
hacerse un nombre en la historia. Pinta porque su naturaleza se lo exige,
porque no puede hacer otra cosa que pintar, porque mientras pinta su vida se
hace una, porque mientras está concentrado en su composición, se entusiasma
plenamente con lo que hace, experimenta que su vida tiene sentido. Lo mismo le
ocurre al maestro que enseña movido por la voz interior, al filósofo que piensa
o el escritor que escribe. O el consultor de DO que ayuda…
En la
Wikipedia una de las acepciones de entusiasmo que para mí es más interesante
es: Atención y esfuerzo que se dedica
con empeño e interés al desarrollo
de una actividad o trabajo. La palabra entusiasmo proviene del griego y
significa tener un dios dentro de sí. La persona entusiasmada era aquella que
tomada por uno de los dioses, era guiada por su fuerza y su sabiduría, y, por
ese motivo, se pensaba que podría transformar la naturaleza y hacer que
ocurrieran las cosas.
El entusiasmo es considerada una de las emociones más positivas ya que no
sólo se la relaciona con la sensación de placer o de estar a gusto, sino que
también se vincula con la idea de sentirse incentivado, interesado,
comprometido con algo para llevarlo a cabo de la mejor manera posible. El
entusiasmo se siente entonces como algo interno que transmite fuerza a la
persona para que pueda seguir adelante con sus actividades.
Podemos decir que en las sociedades actuales el entusiasmo es un bien
preciado ya que la constante ansiedad o sensación de cansancio o malestar que
las personas suelen sufrir por tener que llevar un estilo de vida agitado y
apresurado impide que uno pueda sentirse entusiasmado tanto a nivel físico como
también a nivel emocional. En este sentido, la idea de entusiasmo tiene que ver
con salir de una rutina, hacer algo nuevo y variar para así descubrir o
aprender nuevas cosas. Las jornadas rutinarias y cansadoras impiden entonces
que alguien se sienta entusiasmado.
Solo las personas entusiasmadas pueden resolver los
problemas que se presentan. El entusiasmo no es una cualidad que se construye o
que se desarrolla. La persona entusiasta cree en su capacidad de transformar
las cosas, cree en sí mismo, en los demás, en la fuerza que tiene para
transformar el mundo y su propia realidad. Está impulsada a actuar en el mundo,
a transformarlo, movida por la fuerza y la certeza en sus acciones. El
entusiasmo es lo que da una nueva visión de la vida.
Es distinto del optimismo. Muy frecuentemente se
confunde lo uno con lo otro. Optimismo significa creer que algo favorable va a
ocurrir, inclusive anhelar que ello ocurra, es ver el lado positivo de las
cosas, una postura amable ante los hechos que ocurren, mientras que el
entusiasmo es acción y transformación,
la reconciliación entre uno mismo y lo hecho.
Una de las explicaciones de la
motivación aceptadas más ampliamente es la teoría de las expectativas,
de VictorVroom.Aunque tiene sus criticas, la mayor parte de la evidencia de la
investigación (Universidad de Standford) apoya esta teoría. Los pigmaliones no solo son optimistas con sus hijos,
discípulos o colaboradores, sino que les
energetizan y colocan en posición de que ellos consigan sus ilusiones y
proyectos. Los pigmaliones son líderes en acción.
Solo hay una manera de ser entusiasta, actuando entusiásticamente. La persona
que vive conforme a la llamada interior, vive intensamente su vida, cuenta cada
segundo de su existencia, porque cada momento es una ocasión para llevar a cabo
su vocación. Desconoce el aburrimiento, la apatía y la desidia.
La vocación es la raíz del entusiasmo, un apasionante
viaje que no sabemos cómo ni cuándo concluye. No se consigue a bajo precio,
está rellena de compromiso y lucha cotidiana. La felicidad, según Torralba,
está estrechamente conectada con nuestra capacidad de entusiasmarnos con
nuestra “vocatio”. El DO y su consultoría conllevan “vocatio”.
Nuestra asociación DHO necesita de personas
entusiastas y no solo optimistas. Somos una organización aún joven, nacida con
muchos proyectos e ilusiones que necesita de personas con vocación por la ayuda
a los demás. En esa ayuda al desarrollo de los otros está nuestra maduración y
crecimiento. Os invito a la reflexión ¿Somos optimistas o entusiastas? ¿En qué
grado tenemos desarrollado ese poder espiritual que describe F. Torralba en su
libro sobre La Inteligencia Espiritual? ¿Qué estamos dispuestos a hacer?
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