JOSÉ HERRADOR. El ejercicio de la solidaridad: Uno de los modos de cultivar la Inteligencia espiritual.
La persona solidaria ensancha el yo al ámbito del nosotros. Richard Rorty
Es moral todo lo que origina cohesión y concordia entre las personas. Emile Durkheim
Es moral todo lo que origina cohesión y concordia entre las personas. Emile Durkheim
José Luis Vázquez Borau en su libro La Inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado,
define la Inteligencia Espiritual como la capacidad para conducir bien
la propia vida, tomando el control y la responsabilidad de los
pensamientos, sentimientos, acciones, decidiendo la manera de responder a
los eventos de la vida. Y en ese conducirse bien está presente con todo
el sentido el “ejercicio de la solidaridad”.
No hace mucho en una consultoría que estaba realizando con una
cooperativa me llamó la atención el mensaje del presidente a todos los
presentes. El mensaje fue muy sencillo: Cooperativistas debemos cambiar el yo por el nosotros
si queremos seguir sobreviviendo como institución. Este cambio no fue
nada fácil, y aún están en ello, en un mundo organizativo que por
concepción nacieron para cooperar. Por otra parte, aunque la cooperación
es un subproducto de la solidaridad, ésta va mucho más lejos como vamos
a ver.
Esta entrada la he elegido pensando en estos días de encuentro entre
amigos, familiares, vecinos, ciudadanos… El ejercicio de la solidaridad
es una manera de crecer personalmente en Inteligencia Espiritual,
ayudando a los otros en todos los aspectos que estén a nuestro alcance y
sin pedir nada a cambio.
La solidaridad en el aspecto social (solidaridad comunal) se entiende
como la capacidad de entregarse a otras personas pensando en éstas como
semejantes; es decir, poder compartir un hogar, alimentos,
sentimientos, etc., con otro ser vivo sin pensar en su situación
económica, tomando en cuenta también que los bienes no son solo lo
material.
Solidaridad es una expresión de la vida espiritual, porque ésta,
lejos de cerrar al individuo en su propio mundo, en una especie de
solipsismo autista o de narcisismo complaciente, le proyecta a los
otros, le hace receptivo y permeable a todo cuanto existe (F. Torralba).
Tiene su fundamento en la vivencia de la unidad, y exige, como tal, la desposesión del ego
y la superación de la dualidad. Es una experiencia espiritual, de
profunda unión con el ser del otro. El gran maestro Eckart Tolle aporta
en Youtube un video que titula “Desmontando el ego” donde describe pautas para entender y profundizar el sentido finalista de la solidaridad.
La solidaridad profunda es desinteresada. No es el capitalismo
consciente, ni la Responsabilidad Social Corporativa tan de moda en las
empresas. Es un modo de ser y de comprendernos como seres humanos, que
consiste en ser los unos para los otros para llegar a estar los unos con
los otros, abiertos a dar y recibir unos a otros y unos de otros, en
palabras de Torralba. También va más allá de la solidaridad orgánica,
descrita por Durkheim, y emanada de la división del trabajo.
El deber de la solidaridad implica además del reconocimiento del otro
en sus derechos y deberes, la denuncia de las estructuras injustas, de
los mecanismos que originan la exclusión y la discriminación social y la
exigencia moral de luchar por una nueva cultura y por un nuevo orden
social.
Solo desde la confianza en un mundo cada vez más solidario, desde la
seguridad de que la cooperación no desaparecerá de la tierra, es posible
construir el futuro. Nosotros como asociación nos lo creemos.
La solidaridad no se puede imponer nace de una convicción profunda y
reflexiva de la persona que, consciente de la defensa de la dignidad
igual de todos los hombres, de la unión profunda que existe entre todos
los seres del universo, reacciona frente a las injustas desigualdades
tratando de erradicar sus causas. En la historia tenemos muchos
referentes de este estilo de comportamiento.
Especialmente el materialismo, la desigualdad, el hedonismo y
consumismo como culturas del tener, jamás podrán desarrollar ni colmar
las aspiraciones del Ser. La verdadera sabiduría que emerge de la
Inteligencia Espiritual supone la libertad de desprenderse de lo
superfluo. Muchos de los entornos en los que nos encontramos no nos
ayudan al crecimiento de la Inteligencia Espiritual ni a cultivar una
interioridad que nos mueva al compromiso, por ejemplo a buscar la
adhesión a causas o intereses de los otros, especialmente en situaciones
comprometidas o difíciles. Por el contrario, hemos cambiado la
solidaridad por el egoísmo.
Nuestra responsabilidad es crear caldos de cultivo donde florezcan
personas con actitudes y valores que promuevan estas capacidades. Esta
es la finalidad con la que hemos creado nuestra Asociación y, por eso
promovemos la formación de consultores y directivos con los citados
valores y capacidades que están detrás de la Inteligencia espiritual.
Según F. Torralba. Si uno tiene la suerte de crecer en un entorno
inteligente, integrado por personas despiertas, audaces y creativas, eso
estimula las capacidades innatas. En un entorno espiritualmente rico,
donde la vida espiritual se desarrolle creativamente, se estimula la
inteligencia espiritual, mientras que en un ambiente materialista y
pragmático, utilitarista y consumista, esta inteligencia permanece,
simplemente atrofiada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario